Since I was very young I have heard stories of unbelievable things, of torture and broken dreams, both in my country and in others in Latin America. It created a deep void within me that couldn’t be filled with indifference. Little by little, I became involved in different opportunities related to humanitarian aid and human rights, where I was able to start learning about the marvelous diversity of my culture but also the sad reality of exclusion and forgetting, that, in this diversity, causes many groups to suffer, for example: people of African descent, indigenous communities, people in transient situations, LBGTI collectives, amongst others. The sole idea of thinking of societies that exclude human beings fills me with the certainty that the commission of genocide and other atrocities crimes is not something that can only come about in remote locations or those far from my reality but instead something that can happen anywhere, should we fail to activate the proper prevention mechanisms. Our continent has suffered the consequences of colonial domination, atrocities by authoritarian governments and other events that, sadly, remind us of the crude reality that nothing excludes us from this grand risk. Considering this, among other views, my motivation for working on the prevention of these crimes is the profound necessity of creating better spaces to ensure, by any means, that this doesn’t happen again.
I consider one of the most dangerous things that a society could take for granted is to assume that genocide and other atrocities are not a cause for concern. This sentiment, often wielded by politicians and agents of the State, can lead to forgetting, indifference and the misconception that this is something that does not need to be prevented. Thus, for me, the most important thing is not forgetting what has happened and the institutionalizing, in the best possible manner, prevention through continued programs than are legally guaranteed and, furthermore, are thoroughly funded in order to generate citizen legitimacy. The challenge is related to the necessity of generating collective memory and implementing educational measures that democratize prevention in society.
The Ombudsman’s Office of Ecuador has functioned as the National Mechanism for the Prevention of Torture for the past four years. For the previous year and a half, we have also worked to lead the administrative reparations process to the victims of grave human rights damages, conforming to a specific legal mandate. Raising awareness about these important processes at the international level has allowed me to understand other efforts and the important initiatives of other members of the Latin American Network, which complements the daily work that we do. Our membership in the Latin American Network, which began last year, fills us with big expectations and commits us even more to the implementation of better processes to continue dedicatedly along the path towards the attainment of strengthened mechanisms for prevention. It’s the work of a team of highly committed people that makes me feel the most proud. Raising awareness about their work and their dedication is an honor.
That s/he should develop a detailed understanding of the history of his or her country in order to design the best mechanisms for prevention that are sensitive to generation of specific collective memory and locates the elements that have triggered severe impacts on human rights. I consider a detailed understanding of the past, including its significance to the present, to be the most important element of designing strategies for prevention.
Desde muy joven escuchaba historias de lo inverosímil, de torturas y sueños rotos en mi país y otros de América Latina, aquello generó en mí un vacío que no podía llenarse con indiferencia. Poco a poco me fui involucrando en diferentes espacios de ayuda humanitaria y protección de derechos humanos, donde pude comprender la maravillosa diversidad de mi pueblo, pero a la vez, la triste realidad de exclusión y olvido que en esa diversidad sufren varios grupos, tales como personas afrodescendientes, indígenas, personas en contextos de movilidad humana, colectivos LGBTI, entre otros.
La sola idea de pensar en sociedades que excluyen seres humanos, me da la certeza de que el cometimiento de genocidio y otros crímenes atroces, no es algo que puede suceder solamente en lugares remotos o ajenos a mi realidad, sino que pueden generarse en cualquier espacio si no activamos mecanismos preventivos efectivos. Nuestro continente ha sufrido las consecuencias de la dominación colonial, las atrocidades de gobiernos autoritarios y otros hechos que lastimosamente nos recuerdan la cruda realidad de que nada nos excluye de este gran riesgo.
Lo dicho, entre otras cosas, me ha motivado a trabajar en la prevención de estos crímenes, en la profunda necesidad de crear mejores espacios y asegurar de alguna manera que esto no suceda más.
Considero que lo más peligroso en una sociedad es dar por sentado que el genocidio u otras atrocidades no son un tema de preocupación. Esta afirmación que suele ser esgrimida por políticos y agentes del Estado, que si bien procura defender una forma de administrar el gobierno, puede generar olvido, indiferencia y la equivocada idea de que es algo que no se debe prevenir.
Así, para mí, lo más importante es no olvidar lo que ha pasado e institucionalizar de la mejor manera posible la prevención mediante programas continuos, que sean garantizados legalmente, y sean además, ampliamente difundidos para generar legitimidad ciudadana. Cuestión que se relaciona con la necesidad de generar memoria colectiva e implementar medidas educativas que masifiquen la necesidad de prevención en la sociedad.
En la Defensoría del Pueblo de Ecuador, desde hace 4 años trabajamos como Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura y desde hace un año y medio, dirigimos el proceso de reparación administrativa a víctimas de graves vulneraciones de derechos humanos, conforme a un mandato legal específico. El dar a conocer estos importantes procesos a nivel internacional me ha permitido comprender otros esfuerzos e importantes iniciativas de otros miembros de la Red, que se complementan con el trabajo cotidiano que desarrollamos.
El formar parte de la Red Latinoamericana desde el año pasado, nos llena de grandes expectativas y a su vez nos compromete aún más con la implementación de mejores procesos para caminar decididamente hacia la consecución de mecanismos fortalecidos de prevención. El trabajo de un grupo de personas altamente comprometidas es lo que más orgulloso me hace sentir, dar a conocer su trabajo y dedicación es un honor.
Que comprenda la historia de su país en detalle para diseñar los mejores mecanismos de prevención que se ajusten a la generación de memoria colectiva específica y, ubique los elementos que detonaron serias afectaciones a derechos humanos. Considero que el conocimiento detallado del pasado y su re significación en el presente, es lo más importante para diseñar estrategias de prevención.