I became an activist at the beginning of 2005 when I learned about Colectivo Ovejas Negras and decided to join the group. Since then, I have been intensely dedicated to activism for LGBTI rights This work has also connected me to the feminism movement and the broader human rights agenda, to which I have remained committed to this day. In 2017, I started working professionally in human rights at Amnesty International’s office in Uruguay. Since 2020, I have been an independent consultant for public agencies and social organizations. The people who inspire me to continue with my work are the ones who have faced severe violations of their human rights and turn the tremendous pain and hardship they have suffered into a source of motivation to collectively build a better society for future generations.
Colectivo Ovejas Negras is an Uruguayan social organization that fights against all forms of discrimination — especially discrimination based on sexual orientation and gender identity — from a feminist and human rights perspective. The Colectivo was founded at the end of 2004 by former members of other LGBTI organizations and independent activists, who were looking into a new approach to what the movement had been in Uruguay until that point. The organization has played a fundamental role in energizing social mobilization around sexual diversity (for example, the annual Marches for Diversity held in Montevideo grew from 500 participants to more than 50,000 between 2005 and 2015) and in the creation of reforms that led to the achievement of legal equality for LGBTI people in the country in 2013 and a comprehensive guarantee of the rights of trans people in 2018. A distinctive feature of Ovejas Negras is that we have been working transversally, that is to say, “crossing agendas” with other social movements in the country and actively participating in their struggles.
Education is of great importance: human rights cannot be fully exercised without education in human rights and for human rights. Through education, all people — but particularly children and adolescents — can learn about their rights, recognize how those rights may be violated, identify which institutions and individuals are responsible in those situations, and determine how to use the mechanisms available to demand the protection of their rights. Human rights education also promotes respect for the rights of others, and it brings attention to the different violations experienced by people that take place at the intersection of discriminated identities or conditions. I would add that we must not think of what we understand as "formal and informal education" to be exhaustive of the educational dimension of human rights. That is to say that institutional communications, government officials with public-facing roles, the press, artistic expressions, and any person playing a mediation role can also provide education on human rights.
Like any human rights issue, guaranteeing the rights of LGBTI people is complex and requires the use of several strategies at once. From a prevention perspective, securing the rights of LGBTI people first requires ensuring that the State itself does not discriminate against people based on their gender identity, sexual orientation, or sexual characteristics. Any discriminatory traits must be identified and eliminated from laws and norms, within the provision of public services (health, education, justice, etc.), and from the public communications of its institutions and senior officials. This facilitates the second phase of the strategy, where the State has the vital responsibility: promoting a social attitude of respect and appreciation for sexual, gender, and body diversity. This can be accomplished, for example, by making the experiences and contributions of LGBTI people visible in official communications and by promoting their ability to freely express themselves.
Undoubtedly, all legislative reform projects that eliminate discriminatory provisions, lift barriers to inclusion, or establish affirmative actions for the most vulnerable segments of the LGBTI population have been successful to some extent, as they have improved living conditions. At the same time, these projects have sent anti-discriminatory messages to the rest of the population, indirectly impacting LGBTI people. In Uruguay, social acceptance of LGBTI people has been growing as the country has moved towards legal equality. In terms of the right to healthcare for the LGBTI population, a policy that I know has worked in Uruguay and other countries in the region facilitates training and sensitization measures for medical staff on sexual and gender diversity through courses, workshops, guides, and care protocols. Healthcare facilities and providers that have implemented this policy became a "reference" center for LGBTI people through word-of-mouth. This policy also produces a "contagion effect," which extends to other institutions in the communities where these healthcare facilities are located and also to other health centers where trained personnel also work. For more information, you can visit Ovejas Negras on YouTube, Instagram, and the organization’s page on mapeosociedadcivil.uy. Photo: Mariana Greif - Ladiaria
Comencé en el activismo a inicios de 2005, cuando me enteré de la existencia de Colectivo Ovejas Negras y decidí acercarme al grupo. De ahí en adelante me dediqué intensamente al activismo en derechos LGBTI y eso me conectó con el feminismo y la agenda más amplia de derechos humanos con la que sigo comprometido hasta hoy. En 2017 comencé a trabajar profesionalmente en DDHH en la oficina de Amnistía Internacional Uruguay y desde 2020 lo hago como consultor independiente de organismos públicos y organizaciones sociales.
Quienes más me inspiran a seguir con el trabajo son las personas que, habiendo enfrentado graves violaciones a sus derechos humanos, convierten el tremendo dolor y dificultades que han sufrido en una fuente de impulso para construir colectivamente una sociedad mejor para las próximas generaciones.
Colectivo Ovejas Negras es una organización social uruguaya que lucha contra toda forma de discriminación, especialmente contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, desde una perspectiva feminista y de derechos humanos. El Colectivo surgió a fines de 2004 a partir de ex integrantes de otras organizaciones LGBTI y activistas independientes que buscaban una forma nueva de accionar respecto a lo que había sido el movimiento en Uruguay hasta ese momento.
La organización ha tenido un rol fundamental en dinamizar la movilización social en torno a la diversidad sexual (por ejemplo, las Marchas de la Diversidad pasaron de 500 participantes a más de 50.000 entre 2005 y 2015) y en la concreción de las reformas que llevaron a alcanzar la igualdad legal de las personas LGBTI en el país en 2013 y garantizar integralmente los derechos de las personas trans en 2018.
Un rasgo distintivo de Ovejas Negras ha sido trabajar transversalmente, “cruzando agendas” con el resto de los movimientos sociales del país y participando activamente en sus luchas.
La educación tienen una gran importancia: no puede haber ejercicio pleno de los derechos humanos sin una educación en derechos humanos y para los derechos humanos. A través de la educación todas las personas -pero en particular los niños, niñas y adolescentes- pueden conocer sus derechos, reconocer las formas en que esos derechos pueden estarse violando, identificar qué instituciones y personas son responsables en esas situaciones y aprender a utilizar los mecanismos disponibles para exigir la protección de los derechos. La educación en derechos humanos también promueve actitudes de respeto a los derechos de las demás personas y una mirada a la diversidad de vulneraciones que experimentan las personas ubicadas en la intersección de identidades o condiciones discriminadas.
Agrego que no hay que pensar que lo que entendemos por “educación formal e informal” agota la dimensión educativa en DDHH: la comunicación institucional, las y los funcionarios con exposición pública, la prensa, las expresiones artísticas y toda persona en funciones de mediación también educan.
Como todo problema de derecho humanos, garantizar los derechos de las personas LGBTI es complejo y requiere varias estrategias a la vez. Desde una perspectiva de prevención, garantizar los derechos de las personas LGBTI requiere en primer lugar asegurar que el propio Estado no discrimine a las personas por su identidad de género, orientación sexual o caracteres sexuales: hay que identificar y eliminar todo rasgo discriminatorio en sus leyes y normas, en la prestación de servicios públicos (salud, educación, justicia, etc.) y en la comunicación pública de sus instituciones y altos funcionarios. Esto facilita la segunda faceta de esta estrategia, en la que el Estado también tiene una fuerte responsabilidad: la promoción de una actitud social de respeto y valoración de la diversidad sexual, de género y corporal. Esto se puede hacer, por ejemplo, visibilizando las experiencias y aportes de las personas LGBTI desde la comunicación estatal y promoviendo el ejercicio del derecho a la libre expresión de las personas LGBTI.
Sin duda, todos los proyectos de reforma legislativa que eliminan disposiciones discriminatorias, levantan barreras a la inclusión o establecen acciones afirmativas para los grupos más vulnerados de la población LGBTI han sido exitosos en la medida que mejoran las condiciones de vida de las personas y a la vez envían mensajes antidiscriminatorios al resto de la población, lo que también termina impactando indirectamente en las personas LGBTI. En Uruguay, la aceptación social de las personas LGBTI ha ido creciendo a medida que el país avanzaba hacia la igualdad legal.
En el área del derecho a la salud, una política que me consta que ha funcionado en Uruguay y en la región, es la formación y sensibilización de los equipos de salud sobre diversidad sexual y de género a través de cursos, talleres, guías y protocolos de atención. Los centros de salud incluidos en esta política tienden a convertirse en centros “de referencia” para las personas LGBTI a través del boca a boca y además se produce un “efecto contagio” hacia otras instituciones de la comunidad donde se asientan y hacia otros centros de salud donde trabaja el mismo personal formado.
Para más información visite Ovejas Negras en YouTube, Instagram, y mapeosociedadcivil.uy.
Foto: Mariana Greif – Ladiaria